Acto1º
Érase una vez, una joven elfa. La
joven nació en el seno de una familia de la realeza, por todos fue conocida y
no solo por su riqueza, sino por si gracia y belleza, todos en el reino, la
admiraban. Su madre murió cuando nuestra protagonista era pequeña, no fue un
recuerdo particularmente triste pues su padre se encargó que no la faltara nada
y que todos sus deseos fueran concedidos.
A la joven princesa le encantaban
las fiestas, y es en una fiesta donde comienza nuestra historia. Era el la
fiesta de su 81 cumpleaños, su mayoría
de edad, y para ello invitó a todos los nobles y aristócratas de la época
-Munin eres la mejor, nadie da
mejores fiestas que tu- dijo una elfa demasiado maquillada y embutida en un
vestido que claramente era un talla menor de los que necesitaba.
-Jajajajajajaja, perdóname un
segundo, iré a retocarme el maquillaje- y se alejó despidiéndose de la elfa la
cual no recordaba el nombre.
Cruzo el corredor que salía de la
sala de baile, mientras se alejaba, la gente que se cruzaba la saludaba
efusivamente, mientras ella les devolvía una sonrisa y continuaba caminado.
Cruzo pasillos hasta que salió al
patio trasero, la verdad es que no soportaba a ninguna de estas personas, ella
era mucho mejor que todos ello.
Mientras respiraba
tranquilamente, algo salió de entre los arbustos, era un pequeño anciano que llevaba ropas raídas,
y estaba claramente desnutrido, entonces se acercó a Munin y le agarro del
vestido
-Por favor joven señora ten la
bondad de darme algo de comer- la dijo suplicante
-!!Como te atreves a tocar mi
vestido!!- Dijo mientras tiraba del vestido hacia ella, tirando al hombre al
suelo, y pisándole mientras se acercaba a el guardia más cercano y
gritaba-!ejecutar inmediatamente a este hombre!
"ahora tengo que cambiar me dé
vestido" pensó nuestra preciosa joven.
Acto 2º
Munin se despertó tarde tras la
noche de fiesta. Tras cambiarse el vestido, volvió a la fiesta donde se pasó
toda la noche bailando con los pretendientes que querían su mano.
Hoy volvía su padre, había estado
explotando reinos lejanos en búsqueda de riquezas y tierras.
Munin salió a buscarle.
-O hija mía, estas cada día más
bella, siento no haber podido ir a tu cumpleaños, pero he traído regalos- dijo
mientras señalaba en carro rebosante de cajas, baúles y bolsas.
-Puedes ir poniéndolos en mi habitación,
para verlos- mientras juntaba las manos
Pronto la habitación se llenó de
ropajes y joyas, un nuevo diván y multitud de objetos. Pero el regalo que más
le agrado a la princesa, fue un gran espejo enmarcado en oro y joyas
moradas, y paso horas mirándolo. Después
se levantó, era la hora del té.
Acto 3º
Munin se encontraba tomando el té
con su padre.
-Hija mía, el Conde del bosque de
Alk'ia a pedido tu mano, es muy insistente, creo que sería un buen marido- dijo
su padre
-Padre no me desposare con
ninguno de esos necios, soy mucho mejor que todos ellos- dijo, cuando de
repente sonó el ruido de las cornetas alguien había llegado- seguramente sea alguno
de ellos- y tenía razón era un joven aristócrata.
Entonces los sirvientes lo
introdujeron a la sala donde se arrodilló y dijo
- Munin te amo desde el día que
te vi, vengo aquí para pedirte la mano- dijo el joven e inocente muchacho arrodillándose
-Levántate joven y acompáñanos
esta noche a la cena, entenderás que no podamos darte una respuesta ahora-dijo
el rey conocedor de las formas de su hija
Entonces Munin, se levantó
ofendida y se dirigió a su cuarto, su padre le acompaño
-Solo una hija he tenido, concédele
a este viejo padre tuyo, en placer de verte casada y madre-dijo mientras los
ojos de su hija le miraban con asco. Ella no le contesto.
Mientras se hacía de noche las
puertas del palacio volvieron a sonar era el Conde del bosque de Alk'ia, y esta
vez venía acompañado con toda su corte, e insistió a quedarse a cenar aunque
estuviera el joven aristócrata también.
Y se encontraban en la mesa los
tres hombres, esperando a la joven Munin, era normal que se hiciera esperar. Mientras
se acercaba tubo una brillante idea, y se dirigió a su más fiel guardia.
-¿me amas ,verdad?, sé que me
amas, para demostrarme ese amor podrías hacer una cosa por mí-dijo
-cualquier cosa mi
señora-contesto
-pues prense fuego al comedor y a
todos lo que están en el- dijo sin duda ni titubeo
-¿pero señora?-dijo desconcertado
– su padre está dentro y el conde- mientras terminaba de decir esas palabras
Munin le beso tiernamente en los labio-Como usted ordene señora.
Acto 4º
Munin fingió el luto perfectamente, ninguna actriz lo hubiera
hecho mejor, y del día a la mañana se hizo reina, la verdad no fue mala reina,
severa, dura, exigente, pero el clan progresaba, su dones parecían infinitos,
pero su crueldad también.
En el pueblo se formaba un levantamiento, la joven hermana
del el Conde del bosque de Alk'ia, dudo siempre de la versión de la Reina y
juro vengarse. La reina lo sabía, pero le hacía bastante ilusión, jugar con
ellos dándoles esperanzas, lo que no sabía es que su más leal guardia había
dejado de serlo.
-Es la hora del té- dijo mientras oía como golpeaban las
grandes vallas del palacio.
Su más fiel soldado, había comenzado a temerla, el “amor”
que le daba no compensaba el vacío que le producía su sola presencia, se dirigió
a puerta y la abrió a los revolucionarios.
Estos entraron detrayéndolo todo y capturando a la Reina,
esta observo la escena como embelesada por un hechizo, paso días en la mazmorra,
hasta que decidieron envenenarla con una pócima, obligándola a beberla delante
de todo el mundo, quizás un final demasiado placentero para tan cruel persona.
Munin salió con la cabeza en alto y cuando miro la mesa dijo:
-Es verdad,ya es la hora del té.
No hay comentarios:
Publicar un comentario